jueves, 19 de enero de 2012


El rayo de sol que sin complejo 
destroza el gris cemento del cielo, 
es el foco de un teatro inmenso 
que busca un protagonista 
para completarse. 
Aparece el gato, negro y brillante, 
con enigmáticos ojos y 
sonrisa cínica se relame 
sus garras ensangrentadas. 
El primer acto se desarrolla despacio, 
mil figurantes cruzan un escenario 
sin fondo, vacío, 
pájaros de papel cuelgan del techo, 
la sala de butacas, desierta 
se viste de polvo. 
El gato se despereza, 
arquea la espalda erizada, 
bosteza. 
El segundo acto se anima, 
los blancos rostros encuentran 
un contorno estable, 
reaparecen ojos, labios, pómulos, 
un murmullo crece. 
El gato trepa por el telón, 
busca la ventana, 
busca el foco impertinente. 
No hay tercer acto.

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