No cuento las sílabas ni me importan los versos,
menudeo entre estrofas más o menos sonoras,
me desnudo de alma para arriba
con el tacto, la vista y el oído
flotando sobre nubes de marihuana,
mezclando los sabores con las texturas,
deslizando la lengua por la pantalla del portátil
para disfrutar sin conciencia
de cualquier tipo de actividad onanista.
Me crezco,
miro la imagen difuminada del espejo
y es el dios absoluto del placer lo que veo,
me relamo,me froto la nariz con el reverso de la mano,
me atuso las orejas y salgo a la calle.
Soy el único que está en su lugar
cuando todos se han perdido.
Limito al norte con la rebeldía,
al sur con la moral católica.
El este es un páramo de almas rotas,
el oeste es la frontera, siempre nueva.
El humo se funde con el vaho caliente
en la noche fría.
Nada de esto tiene mayor sentido,
son pedazos de un megalómano
con complejo de inferioridad
que distorsiona su imagen en el mundo.
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