Silencio.
Vestido de eterna quietud
la madera se quiebra,
su interior de líquido ardiente,una extraña dama, adormecida,
se desenvuelve, y comprende,
que la luz genera sombras
que la razón no entiende.
Mas la piel del lino nos devuelve
las ilusorias certezas de
existencia,
un misterio blanco y virginal
que hacemos arder
bajo la lluvia.
Es entonces,
y sólo entonces cuando,
imparables, la buscan,
bajo océanos de lágrimas,
sobre los cielos púrpura
del infierno.
Buscan.
Y en sus mentes carcomidas la sed de sangre se retuerce,
y de sus ajadas manos, resbalan
las húmedas perlas de la esperanza.
Sacrificio, vacío,
a la nada.
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