lunes, 21 de enero de 2013

UN CUENTO: -Basado en hechos reales-


Nunca aprendió del todo a ser sincero, lo intentó en multitud de ocasiones: cuando le dijeron el primer te quiero,  el día de su boda, cuando tuvo el primer hijo… 

…siempre coincidían en su rostro 
una  sonrisa escarchada, 
unos ojos afligidos, 
el sofoco de quien miente 
por no molestar. 

Los años, que no absuelven, fluyeron, se dejó llevar por los acontecimientos, olvidando para otra existencia  envolturas tan superficiales como la felicidad. En su fútil esperanza por desarrollar una sabiduría basada en la  experiencia del existir, fue consumiendo su vitalidad. Padre amable, marido considerado, hijo atento,  sin sobresalir jamás en algo navegaba por su mediocridad, alimentando con poemas a los peces  que jugueteaban con su seso… 

…divagaba, 
asido a la facilidad transitoria 
de la felicidad artificial, 
se imaginaba 
cruzando continentes a lomos 
de una destartalada Harley Davidson, 
recurriendo a la fantasía 
cambiaba su monogamia enfermiza 
por un océano de relaciones, 
de rupturas, 
de entusiasmo, 
de ansias, 
de sexo… 

…y esa vida que incubaba en su más psicodélica soledad, esa imagen onanismo-neuronal, se desprendía de su piel,  volviéndose reflejo real  y misterioso en la soledad del baño, frente al espejo... 

… y pasó que un día, 
un día cualquiera, 
en un impulso 
de grado superior, 
con las muñecas 
ensangrentadas, 
las cuencas blanquecinas, 
traspasó el espejo la imagen, 
tomó el cuerpo adormecido 
y curó con viejas camisetas 
los cortes. 

No hizo maleta, no quiso dinero. Buscó un refugio donde recuperar fuerzas y partió 
en pos de una magia  que se hacía real en cada respiración. 

Volvió a nacer 
sin más horizonte 
que la plenitud… 

…en casa dejó  viuda, y dos niños huérfanos.

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