Metro de Madrid, 08:30 horas.
Entre la masa que abarrota el vagón:
-El soñador que anhela los días no vividos.
-La mártir a la sombra de una idea pagana.
-El plagio de una nube de toxinas sarcásticas.
-Petronio enamorado de la ardiente hispana.
-La voz poética de un reducido aborto generacional.
-La mujer que añoraba los futuros inciertos.
-El vividor perdido en los escombros de la luna.
-La mano que acaricia el rostro de la ansiedad.
-La mística inversa impresa en el dorso del Necronomicón.
-La llave de óxido que cierra la puerta del olvido.
Sólo sus imágenes se reflejan en las ventanas.
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