Una luz,
eso eres, una cálida y diminuta
luz...
La imaginación bañada en pecado
y de tu mano la penitencia,
tiempo,
mareas de tiempo...
Te vistes de dulzura,
tus palabras desbrozan capas
de solitaria amargura,
la crueldad de quien pretende
salvar
la lava del incendio.
Palabras que pasean
en equilibrio
por el frágil cable
de la esperanza,
palabras de vida,
palabras malditas,
palabras...
Cierro los ojos con tus hombros
desnudos
en las retinas,
arrugo las sábanas,
soy vapor de cristal,
arrugo las sábanas
y muerden mis ansias rotas
tu cuello caliente,
floto,
se eleva mi cuerpo sobre la cúpula
humeante
de la ciudad...
Luz,
pequeña luz,
faro,
limosna eléctrica
que fracciona el presente.
Y en la memoria se estremecen los días perdidos,
no vividos,
y aquellas noches ficticias de sexo y ron,
y la ciclogénesis explosiva que llegó
con la intención de alimentar la nada
con promesas.
Bufff, desgarrador, siempre hay una linterna o bombilla aunque esta sea de bajo consumo e ilumine poco, pero nos guía hasta la salida de emergencia. Me encantó. besos
ResponderEliminarGracias por tu comentario Sandra, no hay que dejar de olfatear la oscuridad hasta encontrar una salida, que siempre suele existir -aunque sea de emergencia :) -
ResponderEliminarBesos