Mueren las nubes en la garganta
profunda
del amanecer,
se desvanecen con un grito de angustia,
al compás de pájaros invisibles
y partículas espacio-temporales.
En las paredes,
madrigueras cubiertas de telarañas...
...y el aguijón del olvido revolotea
sobre un campo de párpados.
El agua rojiza y el cielo de mercurio,
la calma a través otoño.
Espero sentado en el montículo del lobo,
mis piernas se hunden en la arena vaporosa.
Espero,
fiel a la misma idea de la espera.
Espero y cuento con círculos de humo
las vidas que nos separan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario