jueves, 4 de junio de 2015

Murmuras tus verdades como quien grita mentiras al océano, 
pero la tarde es larga 
y las pequeñas orugas del chopo desfilan en procesión 
por el tronco grasiento. 

Nada importa, 
lo reconozco en tus murmullos, 
en las plegarias que susurras al viento, 
nada importa, 
la vida es una broma que termina 
sin puta gracia, 
por el camino sonreímos, lloramos, herimos, amamos, 
todo en su justa medida, 
todo con un horizonte nítido que termina en acantilado. 

Algún día aprenderé a callar, 
escribiré mis poemas con tinta de silencio,
tus murmullos serán las letanías que entre mis versos se desnudarán
mostrando el evidente desapego entre tu cuerpo 
y mi alma. 

Esquirlas de colores caerán a plomo sobre la hierba del parque, 
lluvia de muerte sobre naturaleza muerta, 
y del portal al infierno
resguardarás tu noble calavera con paraguas de plata. 

Te seguiré a distancia, 
preocupado y enfermo, 
te seguiré con la espalda encorvada, 
las rejas de los bajos se cubrirán de enredadera espinosas
celebrando el desfile del fracaso,
y una luna de espejo
con la pátina cobriza de la nostalgia,
reflejará la luz encarcelada.

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