miércoles, 6 de julio de 2016

- Egeria -

Resumo
para no perderme en imbecilidades:
que la chica no tenía papeles
no lo supe hasta mucho después,
sus ojos eran todas las referencias
que necesitaba,
y su boca,
y esa manera de hacer el amor
como si estuviéramos follando,
¿o era al revés?.

La mañana del lunes la dejé en Ópera,
tenía una entrevista de trabajo,
y aunque el cielo cubría de cenizas las aceras,
y un mirlo calló fulminado a mis pies,
no quise hacer mala sangre
y nos despedimos con un beso.

Al mediodía me llamó
preocupada,
me contó algo sobre el yo,
el superyo,
la fase oral,
el calor que tenía,
las efímeras gotas de sudor que se deslizaban
por su vientre,
circunvalando el piercing del ombligo...

...una llamada más.

Yo estaba tirado en un banco del parque,
resolvía ecuaciones bicuadradas
al tiempo que gemía levemente
a modo de asentimiento,
un sonido parecido al que suelo emitir
al fingir los orgasmos,
porque los hombres también fingen los orgasmos,
sobretodo
cuando están tan colocados
que el pene tiene la misma sensibilidad
que una varita de merluza congelada,
se finge por agotamiento,
no por satisfacer a la pareja.

El caso es que después de esa llamada
no volví a saber nada de ella.

La policía se puso en contacto conmigo,
me habló de conspiraciones,
agujeros de gusano,
paradojas espacio-temporales,
me enseñaron la fotografía de un fresco antiguo,
una tal Egeria,
se parecía a mi chica,
aunque mi chica tenía las tetas más grandes.

Después desaparecieron,
todos desaparecieron,
me quedé sólo,
escribiendo poemas,
fumando marihuana
y soñando despierto.

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