domingo, 20 de octubre de 2019

Iberia

Una mujer camina por el desierto,
su pelo negro,
como pluma de cuervo,
se enreda en el cálido viento,
la mujer deambula cansada,
arrastra el polvo,
levanta paisajes efímeros de niebla seca,
sus manos son húmedas llagas,
llagas que dibujan mentiras
en las piedras.

Cerca,
muy cerca,
las fronteras se vuelven férreas,
espinas de hormigón se alzan,
separan al verdugo de su presa,
cortan para siempre la esperanza
en un nuevo mundo.

Es la hora de las iluminados,
en la noche más ardiente,
columnas de humo negro se alzan,
vomitan partículas de oscuridad.

Es la hora de los elegidos,
la hora de los destinados a gobernar las cloacas....




Un hombre camina por el desierto,
son sus ojos los de un gato ciego,
y sonríe.




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