martes, 29 de marzo de 2011

Es la hora de sonreír,
sentado en medio de mil almas puras,
rodeado de seres de legendaria luz
de  futuros brillantes.

Asumo las dos posibilidades,
ocultar mi desconcierto o demostrarlo,
abrazar la catarsis y reírme a la cara de las estrellas.

Somos posos resecos de vinos prometedores,
¡no!, a la mierda con el plural mayestático,
en mi singularidad está la fuerza de unos versos estrujados
a base de apretar la base del sonido.

Me estoy volviendo cáustico,
de los rastrojos no guardo más que el humo,  
el olor intenso del incendio,
y es ahora,
cuando la ciudad es un patio de juegos,
ahora,
cuando he de convertir en lienzos las esquina,
ahora
y sólo ahora,  
cuando desnudo ante el mundo
tal vez
sonría.

2 comentarios:

  1. Leí este poema en Alaire y me encantó. Ahora vuelve a parecerme francamente bueno. Un abrazo.

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  2. Gracias Juan, es un placer tenerte por aquí.

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