domingo, 25 de marzo de 2012

DRIVE


Treinta metros,
llueve luz artificial.


Conduzco sin rumbo,
la noche, 
compañera, 
regala claroscuros.

La radio suena baja,
música extraña.


Treinta metros,
llueve luz artificial.


Adormecido
soy como hoja al viento,
me deslizo por el asfalto
con la mente en blanco.

Treinta metros,
llueve luz artificial.

Polígonos vacíos,
carne en venta,
palacios de neón
que se disuelven
en el retrovisor.


Treinta metros,
llueve luz artificial.

La ciudad se pierde
en el silencio,
sólo necesito
la carretera,
la oscuridad,
la ausencia total
de tiempo, 
de espacio.


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