He buscado en las sombras,
tras las esquinas, en los portales,
siempre de noche, siempre
en el límite de la incertidumbre,
rastreando trazos de humanidad,
esquirlas de viento fresco.
Miro por la ventana,
me enamoro de la caída,
el pijama, segunda piel, la oscuridad, su mirada, segunda piel,
la vacuidad del argumento, segunda piel...
De fondo la conciencia, voz en off
amortiguada por el cansancio vital
de un cerebro en desconexión permanente,
la cena espera, la trampa se cierra,
fundiéndose a negro en un cielo sin luna.
Orgía de vacío,
bajo la cabeza una y otra vez,
obsesión.
Se suceden las horas,
un manantial de oníricos insomnios,
ventana abierta,
el frío asfalto es más yo
que la calidez del antídoto.
La trampa es una jaula con la puerta soldada,
la noche es eterna y fugaz, sin más,
ruptura entre dimensiones, burla temporal.
Pienso en atravesar los espejos,
frente a paredes reflectantes,
frente a pasillos que rezuman
sutiles humores.
Me abandono a los sentidos,
gozando uno tras otro,
paso a paso,
autodestrucción,
de la voluntad,
de la realidad,
de los sueños,
de la vida que a mi alcance
abandono y rechazo,
por no ser más que una sombra
en plena tormenta solar.
Una luz en las tinieblas.
Ayer había un fondo rojizo iluminado por una vela, hace unos minutos, una biblioteca y cuando me decido a dejar constancia de mi paso, aparece algo así como una ciudad similar a la que Sinatra le cantó -tal vez lo sea-, quizás en esa búsqueda de la luz.
ResponderEliminarMe encuentro en este poema, y eso hace más placentara la visita (la voz en off me susurra mi egoísmo).
Un abrazo I, Luna.-
Estoy un poco en busca de la imagen que me llene para el blog, creo que ésta se quedará un tiempo, más por los colores, verdes, amarillos, grises, que por la ciudad en sí, que también.
ResponderEliminarEs un placer saber de tu paso por aquí.
Sigo leyéndote. Un abrazo.