Duermes,
tu cuerpo se acomoda
en los quiebros
de las sábanas.
Sumiso y pulido
se curva extraviado
en sueños abstractos.
Abandono la habitación
despacio,
no existen ruidos ni fricciones,
la puerta queda entreabierta
esperando un regreso
del todo baldío.
La calle se despereza herida de luz por un sol que aun no irradia.
Escasos coches,
poca gente,
chispea.
El estruendo de un cierre al alza me intimida.
Pienso en ti,
desnuda,
dormida,
envuelta en oníricas inercias.
Mientras yo,
insomne,
busco un taxi bajo el aguacero,
y escondo el gesto entre
las solapas de la chaqueta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario