Este malestar visceral inquebrantable,
este dolor de estómago permanente
este dolor de estómago permanente
custodia mis instintos,
mantiene en alerta los reflejos.
mantiene en alerta los reflejos.
Una voz urgente, profunda,
se escapa de los pulmones,
una onda intensa
que despedaza la garganta,
que despedaza la garganta,
y eriza el vello de la nuca.
El cuello se tensa,
la venas se ahuecan
tornando el semblante
en la deformada efigie
de la zozobra.
Uno indaga en los impulsos,
se siente eminente
rodeado de estorninos
de casposo airón.
Aguanta el aliento
y finge,
salva el trauma
de manera exquisita,
gozoso.
Y como en una plegaria extrema
brama a la ausencia:
este lugar,
y ellos,
malditos sean.
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