Asoma un felino,
azabache, lustroso,
con turbios ojos,
gesto impúdico
relame sus garras
ensangrentadas.
Pájaros de papel
cuelgan del techo,
la sala de butacas,
desierta,
se viste de polvo.
Un relámpago
de sol oscuro,
desgarra el lánguido
hormigón
del cielo,
farol de un teatro
extraordinario
que busca un comediante
para consumarse.
El gato se despereza,
arquea el lomo,
erizado,
suspira,
asciende por el telón,
busca el tragaluz,
y resuelve sonriente,
que la existencia
son dos ratos,
ridículos,
para siete vidas.
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