Te voy a ofrecer esta noche
un gesto equiparable
a la sonrisa,
y mientras entonan los grillos
sus antiguos mantras,
mientras la madre tierra te llama
inquieta,
ansiosa por abrigarte,
te aullaré como un niño desdentado.
Las nubes añiles jugaran
con un pedazo de luna
en la oscuridad enfermiza
del campo.
Volveré al animismo
confesando mis errores.
Abriré mis venas en canal
para que el viento oree mi alma,
y este coto de caza espacio-temporal
-te entiendo amiga mía-
que anula todo futuro.
Y es que ayer existía,
ese mismo ayer que desapareció hace eones
ese ayer,
ese ayer sentía, reía, creía,
era...
tan ingenuo como la sonrisa
de Karenin.
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