miércoles, 19 de diciembre de 2012


Entiendo tu forma de ser...
sé que en el fondo, una envoltura de ansiedades  
recubre la réplica proporcionada 
para cada duelo que persigues ganar. 

Te conozco, te digo, 
y desde el mismo instante que germina  en ti
el concepto del cambio, 
pequeños vendavales eléctricos, 
intrascendentes envites disparatados,
implantan un enérgico espejismo capaz de arrasar 
ilusiones. 

Desidia parcial en una ingenuidad 
turbia y sutil, 

Tú vives de aversiones,  
de rencores, 
de desiertos, 
y a tu manera has encontrado un ecosistema viciado 
en el que respirar. 
Es una verdad a medias, 
como la vida misma, 
una verdad en la que omites tu parte de culpa 
y racionas maldiciones sin sentido. 
Una lástima, 
una condena en forma de mínima expresión 
que se diluye en el océano espeso de tus  lacrimales.

Ahora, tal vez sea tarde, 
pero es Navidad y en momentos así 
somos quebradizos, 
somos la piel de una gota de lluvia 
rozando violenta contra el viento. 

Y sé que tú me sientes, 
sé que presente tras esta combinación de imágenes y símbolos 
estás, 
conservando con vida un pedazo de existencia 
que inmolamos sin razón. 

Y sé que sabes, 
que hablo de 
amistad.

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