Cada
noche,
en
el instante anterior al sueño,
en
un soplo de duermevela
semi
-consciente,
afronto
las circunstancias del día
y
hago balance.
Escudriño
la parte
más
vieja del instinto
y
busco respuestas
a los devenires cotidianos,
a
las experiencias superadas,
a
las que están por superar,
a las que jamás superaré.
Muchas
de esas noches duermo
con
los problemas,
y
en sueños
el mundo se destruye,
y
se erige en torno a mí
un
cosmos nuevo,
una
naturaleza nueva,
una
casa , una ciudad, un barrio…
…nuevos.
Desde
los cimientos se crean las estructuras,
los
muros se mueven y
buscan
entre calles apenas
esbozadas
un
terreno donde encajar.
De
pronto todo es magnífico,
un
extraño universo por descubrir
donde
un instante expira emocionado
al
presenciar el nacimiento del siguiente.
Y
soy feliz,
y
soy importante,
y
siento en mi interior el fuego
confortable
de la vanidad,
y
me digo sonriente,
te
quiero, hermano.
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