domingo, 20 de octubre de 2013

Amanecer

Levanto la vista, 
el mudo respira distinto pasada la noche, 
el frío de la madrugada corta el aliento 
me estremece la luz cegadora del amanecer. 

Calado el abrigo me disipo por las calles, 
con dolor de cabeza, lacerado el orgullo, 
vuelvo, 
con la dignidad perdida en alguna barra, 
con la esperanza acribillada 
por balas-miradas de plata,
vuelvo, a casa, una opción lejana...

...me pierdo en los acordes internos 
del desierto de Almería,  
recuerdo las noches de peyote, 
y el calor de tu piel india. 

Llueve, 
benditas gotas que resbalan por mis mejillas, 
fundiéndose con las lágrimas.

Como un Nexus 6 frente a las puertas de Tannhaüser busco tu número en el móvil, olvido la realidad, olvido que te fuiste con el viento de Levante y vuelven a mi el sabor salado de tu entrepierna mojada, los grados exactos del arco de tu espalda en pleno orgasmo. 

Y me hace daño, 
pero es una mañana hermosa, 
clara y fresca, 
lo suficiente para enmarcar un segundo 
peligroso 
de ternura.

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