Es como escribir en mitad de la tormenta,
sobrecargado, un millón de estímulos,
cada sentido saturado trabajando individualmente.
Un mínimo impulso lucha por mantener el control
sobre la mente, un esfuerzo extraordinario
de concentración, un diálogo eterno,
se repite una y otra vez, las mismas preguntas
contra la pared, la misma sensación de vacío,
la impotencia analizada bajo la alargada sombra
del arrepentimiento, el lado oculto de la luna,
allí donde se esconden las luces negras del fracaso,
donde una simple sonrisa es traición
y duele imaginar un viaje alternativo.
Allá soy nobleza,
bajo mis dominios invento palabras tristes
metáforas oscuras, gótico flamígero cuyos cimientos
se hunden bajo Friday I´m in love.
No alcanzo. Reinicio, 3, 2, 1...
Tres días que se apagan y se encienden,
tres horizontes en el naranja dolorido del atardecer,
lo justo para sembrar el pecho con amapolas
y esperar
el fruto de la dormidera.
Navega mente es un Ganges descomunal,
una amalgama de situaciones que incineran
los frutos pasados del futuro,
un juego de palabras a contracorriente
que se adentra en la estepa del Nirvana,
un vuelco de sincronías,
una mirada cobarde,
una mutación en estupa de los arbotantes de Notre Damme.
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