jueves, 23 de enero de 2014

Marifé

La voz de ”el amo” rugió por toda la habitación,
estaba enfermo,
la mala leche hervía en su estómago…

Jacob  amartilló la pistola y la escondió en el bolsillo,
abrió la ventana por si  fallaba la ejecución,
cuando entró “el amo” con los nudillos ensangrentaos 
y la camisa amarillenta empapada en sudor
sentía el peso de la pistola como  losa de plomo.

- Dónde coño estabas, te he buscado por todo el barrio,
la Marifé se ha escapao con el tarao del ”Labrador”,
el “Chino “ ha cantao, dice que marcharon rumbo al sur-

“El amo” hablaba cubriendo de babas la estancia
mientras se hurgaba las orejas escamadas.

Jacob contó despacio, contó hasta cuatro,
el frío de la recámara pedía a gritos que el infierno
se desatara, metió la mano en el bolsillo y respiró,

 - como arrancarse una tirita-

y tiritando le descargó en el pecho todo el cargador.

Marifé salió del armario pálida y sonriente,
besó el cadáver,  y abrazó a “Labrador”,
Jacob, con cargador nuevo, metió entre los ojos
del chico tres balas,
venganza,
odio
y satisfacción.

Marifé  que inundaba de carcajadas la habitación,
lamió una salpicadura rojo fuego del cuello de Jacob.

En el portal esperaba el “Chino” con la cara deforme,
aguantó la paliza,
aguantó el repaso como un campeón,
nunca fue muy listo pero era fiel como ninguno.

Días más tarde en el maletero de un Mustang rojo,
encontraron al chino con la sonrisa bajo la nuez,
le acompañaba Jacob ,con cara de tonto,
y un agujero que la cabeza no debía tener.

Marifé ahora vive en Buenos aires,
es la dueña de un club de Tango en  Almagro,
la sangre se seca y desaparece
pero los sueños son eternos.

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