jueves, 9 de enero de 2014

Olvido

Hace mucho tiempo que no se quién soy, 
antes de la fisura estúpido-temporal
incluso antes de asumir el olvido 
como forma de vida semi-inteligente
ya entonces percibía 
cómo se difuminaban las dobleces 
del alma. 
Acudí a brujos, meigas y curas, 
busqué una explicación en las historias 
de ficción y en la telebasura, 
anduve un largo trecho 
que me alejó del objetivo. 

Tanto y tanto busqué que de buscar 

me olvidé, 

y olvidada la búsqueda recordé 
que la razón de mi olvido 

olía, sabía, a soledad. 

Después oasis lunáticos, 
nubes negras de ira, 
lluvia ácida,
 rachas de viento 
de mil kilómetros
por segundo. 

Llegaron las salvas, las bendiciones, 
la buena hierba, la ciudad unicelular. 

Los días se vistieron de noche 
y las noches se vistieron de brumas. 
La voz se tornó incomprensible 
y desde un teclado soñé 
con desconocidos que desconocían 
lo poco que importan 
las caricias. 

En un rincón del equipaje, 
escondido, encontré, 
ajado, encontré, 
encontré, 
un último grito, 
una sentencia obscena, 
peligrosa, 
encontré la explicación 
a la eterna pregunta. 

Mas con tanto olvido olvidé 
las claves para descifrar 
la vida misma, 
y por imposible regalé 
la conciencia. 

Hoy no es un día cualquiera, 
sólo es un día más, 
desde la ausencia emocional 
lloro la muerte de la búsqueda... 

...ya soy autómata, lo que ha de venir 
vendrá en blanco y negro, 
y no tendrá el sabor de las cerezas 
ni olor a tierra mojada, 
será sencillo, simple, 
será olvido.

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