Hace mucho tiempo que no se quién soy,
antes de la fisura estúpido-temporal,
incluso antes de asumir el olvido
como forma de vida semi-inteligente,
ya entonces percibía
cómo se difuminaban las dobleces
del alma.
Acudí a brujos, meigas y curas,
busqué una explicación en las historias
de ficción y en la telebasura,
anduve un largo trecho
que me alejó del objetivo.
Tanto y tanto busqué que de buscar
me olvidé,
y olvidada la búsqueda recordé
que la razón de mi olvido
olía, sabía, a soledad.
Después oasis lunáticos,
nubes negras de ira,
lluvia ácida,
rachas de viento
de mil kilómetros
por segundo.
Llegaron las salvas, las bendiciones,
la buena hierba, la ciudad unicelular.
Los días se vistieron de noche
y las noches se vistieron de brumas.
La voz se tornó incomprensible
y desde un teclado soñé
con desconocidos que desconocían
lo poco que importan
las caricias.
En un rincón del equipaje,
escondido, encontré,
ajado, encontré,
encontré,
un último grito,
una sentencia obscena,
peligrosa,
encontré la explicación
a la eterna pregunta.
Mas con tanto olvido olvidé
las claves para descifrar
la vida misma,
y por imposible regalé
la conciencia.
Hoy no es un día cualquiera,
sólo es un día más,
desde la ausencia emocional
lloro la muerte de la búsqueda...
...ya soy autómata, lo que ha de venir
vendrá en blanco y negro,
y no tendrá el sabor de las cerezas
ni olor a tierra mojada,
será sencillo, simple,
será olvido.
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