jueves, 2 de enero de 2014

¡Tú, para ya, no es oscuridad el todo de mi corazón!

Lucho. 

Estertores y muecas frente al espejo
la ferocidad de días cruzados 
y versos mediocres,
la necesidad de absorber el escenario, 
explotar,
sentir la violencia de la realidad 
en el interior...

...apago la tele cansado de maquillajes imposibles,
de voces sin rumbo, de criterio y orgullo...

...apago la tele y deslizo los dedos 
acariciando el polvo de los estantes, 
mis viejos cómics, 
amargura de papel que ha perdido 
el sentido, 
me observan desde la suciedad, 
anhelantes de un balazo 
que salpique los campos 
con amarillentas hojas. 

Acudo a Quique, a DePedro, a Robe, 
sus letras se funden, 
música, 
escucho, 
que el corazón interprete...

...se acrecienta el hormigueo constante que recorre mi cuerpo...

Desespero con la impaciencia, 
desespero con el cruel conocimiento, 
con la ansiedad de la vida acomodada, 
y reviento desde dentro 
volcando un mar de lágrimas ácidas 
en el vacío incomprensible del que dependo.

Lucho, batalla tras batalla, lucho,
mas presiento que la guerra es tan estúpida 
como cualquier otra, 
que ya en la superficie se entiende 
que no existen razones ni futuro, 
sólo la lucha, 
páginas amarillentas 
y un puñado de canciones. 

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