martes, 13 de mayo de 2014



Cae la tarde,
se derraman sobre los tejados sangre de luz
y rubores de luna,
el ambiente se inunda de aromas de especias,
la sinfonía tras el cristal sube un tono,
sabes que siento esta pérdida
al menos tanto como tú,
y que un aguacero bañará de ángeles la M30.

Reproduzco la agonía
frente a la cama,
dos cuerpos que del fuego guardaron
el color ceniza de sus pieles,
pasiones íntimas enterradas
bajo la lluvia fina de esperma
y lágrimas de olvido.

Oigo las risas amortiguadas,
los tabiques rezuman energía vital,
poso mi torso desnudo sobre el gotelé,
al otro lado no hay soledad.

Inquieto rebusco entre viejas cartas
la voz desnuda que el viento robó...

...reza oraciones disléxicas al dios del insomnio,
donde varado se encuentra
aquel recuerdo...

...observo y recojo el tacto intenso de la apatía,
el vacío inmenso
de almas perdidas en el negro
laberinto de lo cotidiano.

Mueren las sombras
desangrándose en el suelo del pasillo,
fina rendija que enmarca la puerta,
cruzo desnudo el umbral y respiro Madrid,
ciudad sin raíces, sin alma, sin voz,
en esta noche que se muere intimidada
por la fría luz de la desidia,
que se muere deshecha,
de jirones y mordidas descosida
de tibias caricias despojada.


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