martes, 13 de mayo de 2014

Un susurro de viento, la caricia precisa de Mayo en el rostro, bajo las alambradas, 
cuchillas se ensangrientan, huele a sal y a desprecio.

En el andén hace frío,
la lluvia repiquetea sobre el tejadillo,
gente se arremolina en silencio
dibujando paraísos con el vaho
de su aliento.
Más allá se pierden los raíles
en la oscuridad de la cloaca,
y un rumor de vidas automáticas
se expande.

Gigantes de cementos devorando luz solar, bocanadas de gris densidad, 
arcadas de sucia miseria flotando en el fino polvo, vísperas de tumores.

El día en blanco y negro,
las ilusiones muertas,
rumbo al infinito,
sin fuerzas ni pautas,
y cada vez que lo intentas
ensanchas el suelo...

Un oasis de espuma desnuda la voracidad del azul, jirones de basura y lágrimas plúmbeas, 
la levedad de una sonrisa en el rostro de la tristeza.

2 comentarios:

  1. dibujando paraisos con el vaho de su aliento

    Vaya giro da el poema después de las dos primeras imagenes. Describes con imagenes palpables el desaliento humano
    la voragine de las ciudades que nos atrapan
    y así te atrapa este poema de principio a fin,
    seleccioné ese verso por su esperanza
    pero se suceden grandes las metáforas.

    Un abrazo

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  2. Gracias Sandra, leer el periódico tiene estas consecuencias, sin duda cada vez tiene el hombre más de lobo...

    Un abrazo.

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