Cierra los
ojos,
baldea la
mente,
vacíala de
recuerdos, de emociones,
conjetura el
mayor espanto,
la más
execrable alucinación,
la muerte
más brutal,
el escenario
más degradante,
no
empobrezcas,
esgrime
todos tus recursos,
sé cruel,
fanatiza
circunstancias,
-festejos de
sangre y vísceras,
violaciones
sistemáticas,
angustias,
torturas, desgarro emocional-
cualquier
adición de ingredientes
que
conduzcan al sacrificio.
No inventarás nada.
Alguien, en alguna parte,
lo llevó a la práctica.
¿Somos herederos
de algún dios?
Tal vez nos apadrinara,
mas por
nuestras venas transita
la ponzoña
de Satanás,
hecho a
nuestra imagen y semejanza.
Tan oscuros
y peligrosos,
tal salvajes
y crueles
que quiso el
destino que habitáramos
un planeta apartado,
perdido,
sin
posibilidad de contacto con otras especies.
Somos los
parias del Universo,
la realidad
palpable de la infamia.
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