No hace falta vegetar en Las Vegas
para deambular con un orangután armado
con dos Smith and Wesson,
Madrid bien podría ser el teatro,
y aunque no me parezco a Clint Eastwood
atravieso Gran Vía con el semblante torcido,
con mi mono de la mano.
El sol baja la mirada,
arropa de púrpura las sombras de los edificios,
cruzo Callao sonriendo a las bellas turistas.
Mi mono y yo
adquirimos drogas en la calle Desengaño,
y fumando marihuana
armonizamos el ritmo de la calle
con la cadencia de nuestras caderas
al caminar.
Nadie se arriesga a cruzar miradas con mi orangután,
armado y peligroso primate,
fumado y alocado simio,
el mejor amigo que un hombre puede tener.
Hay lugares que llaman regresar.
ResponderEliminarLeyendo y escuchando la lluvia, aunque afuera hay sol.
Preciosa la nueva estètica. Un abrazo I.
Qué alegría leer tu comentario Luna, muchas gracias por tu paso.
ResponderEliminarAprovecho para desearte un feliz año.