domingo, 30 de julio de 2017

Sube al tren,
una densa bruma,
en blanco y negro,
ajetreo constante,
gente que va y viene,
despiden a sus familiares, lloran ríen...
al otro lado de la pantalla,
recostado en el sofá, dormita la bestia.

Ausente de esta vida de adictos al running,
en este mundo que venera el flequillo
y condena la flacidez,
allí,
con migas de pringles moteando las frondosas barbas,
con la mente en blanco,
buscando la entrada al pasado, luchando con la desolada soledad...

Una mosca se posa en la rodilla izquierda,
curiosa  frota sus patitas delanteras,
me miraría por encima del hombro
si tuviera hombros por los que mirar...

...se marcha ofendida por la rendija de la ventana.

Busco tu nombre en el móvil,
cotilleo el perfil,
se te ve tan feliz en esa playa paradisíaca,
con tu perfecta pareja de hermosa melena
y torso musculado,
sonríes semidesnuda,
selfie descriptivo que deambula entre la perfección
y el hedor del postureo...

...pero se te ve tan feliz...

...tan alejada de la airada criatura que tuvo que escapar de una vida de versos y películas antiguas...

Y no lamento la huida hacia adelante,
fue un placer saber
que todo tu bienestar no sería más que un espejismo,
Sencilla comparación desgarrada
del amor que por tí
pude sentir.

Es este un mundo de vidas en diferido,
y en este universo de mil capas
de vidas escaparates,
soy ogro,
monstruo cavernario que dormita entre los minutos,
perdido e ignorante,
llamando a voces a la sombra del olvido,
destruyendo las miradas
con paredes de ladrillo.

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