domingo, 24 de julio de 2022

 Nadie se acerca,

nadie lo sabe...


A escasos metros de la arboleda

el pozo de piedra porosa dormita,

henchido de rocío se viste

con la fina seda de las arañas,

con el terciopelo cobrizo

del musgo latente.


Poderoso antaño,

anclado en su espacio,

recuerda las lejanas vibraciones,

dulces cosquillas que lentamente

le fueron robando.


Aún nota la majestuosidad

de la férrea diadema

como quien siente el escozor

de un miembro amputado.


Apenas inmune al paso del tiempo

aprendió a predecir la lluvia

leyendo en las caricias

del viento.


Con más experiencia que sabiduría

atesora el olvido

en el perfume de las madreselvas,

y llora lágrimas de invisible añil

que inundan los surcos

labrados por los gusanos.


Mientras, bajo tierra,

prisioneras allá en el fondo,

sus aguas se tornan

cada vez más negras.


Nadie lo sabe,

nadie se acerca...

No hay comentarios:

Publicar un comentario