sábado, 21 de diciembre de 2013

Ponencia

En un principio quisiera señalar las obras póstumas del Marqués de la Enmienda, quien en su lecho de muerte mandó pintar un cuadro de su alma, con ello quería expresar la sensación que se experimenta al viajar en paraguas por el Amazonas sin más objetivo que la de encontrar las fuentes esmeraldas del río Orinoco que según la leyenda contenía el elemento correcto para concretar la laxitud de los relojes.
El Marqués de la Enmienda, prosigo, aprovechando las horas perdidas posando para el gran artista Johannes Sinbrazos, apodado "el cojo", dictó a su secretario y anteriormente amante y paisajista, las razones por las cuales no creía en simbolismos y mucho menos en corrientes que pervertían la concreción de la realidad sin propósito alguno, cargando sus tintas en una nueva corriente nacida de los senos generosos del útero francés.

De dicho dictado quedaron recogidas sentencias que iluminarían la mente de los posteriores sociólogos, biólogos y anticuarios del mundo libre, la principal era aquella en la que definía el surrealismo como una masturbación sistemática y constante de la realidad, llegando así a una conclusión por la cual se entendía que la realidad es en ocasiones monótona y aburrida mientras que la masturbación siempre ha sido una buena manera de matar el tiempo, de esta conclusión se entiende que la realidad es matar el tiempo y la masturbación aburrida y monótona, por lo que el siguiente paso natural que los artistas deberían dar sería  la orgía tiempo-realista de ocho varas, unidad de  medida dominante en el Reino de Togo, cuna del Togo-realismo, antecesor de todos los movimientos ginecológicos que aparecerían después. 

Años más tarde (no recuerdo si tres o quince) nos sorprenderíamos con la visión parcial y sesgada aunque no por ello menos transcendental de la escuela Afro-esquimal de Helsinki, en sus postulados y consiguientes ponencias autores como Genovea de Germaine y Paco “el de la tienda”, defienden con ferocidad la postura negacionista, según la cual el surrealismo no es más que una invención de los hiperrealistas para hacer lo que les viene en gana (no confundir con Ghana de la cual también niegan su existencia). 
Para estos autores la imposibilidad de observar en la naturaleza comportamiento surreales distintos a los de los propios humanos es indicativo suficiente para que su tesis quede más que demostrada.

Concluiré aportando un fugaz pensamiento múltiple que llevo años macerando y que con toda seguridad ayudarán a la comprensión de tan espinoso debate: ¿es el "hombre de las nieves" el eslabón perdido o un camello que vende coca, es posible un mundo sin parientes, cuál es el resultado de dividir el número de genes humanos por tres, si somos lo que comemos, comemos lo que somos?.





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