martes, 18 de marzo de 2014

Aguardo pausado el humo áspero,
el albor de la luna acaricia mi rostro,
inmerso en pensamientos habituales
agonizo en la pastosa bruma de yerba.

Los nervios se ablandan y penetro
en la noche,
me vuelvo noche,
sombría y apática noche.

Ladra efímero el móvil,
tu sombra venenosa corta el aire,
corta el aliento,
perfil indefinido del pecado en el desierto,
y leo tus mensajes como quien gusta
del licor eterno de los pechos de Afrodita.

El tiempo desacelera, se fragmenta en vastos estadios,
los segundos son gotas sin epidermis
en conflicto contra el viento,
se desaguan sobre mi cuerpo entumecido,
rozan mis dedos, mis brazos, salpica de matices
el espacio interior que anido.

Cierro los ojos y gira el negro espacio
a la velocidad de rotación del planeta,
la habitación huele a ti,
a motel barato y perfume de vainilla,
a sexo animal,
a perladas gotas de placer salado,
a gemidos y orgasmos…

…una suerte de paranoica aventura
con caminos que el destino
ni proyectar debiera.

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