sábado, 15 de marzo de 2014

Entre las aceras corren ríos de asfalto
de un radiante color escoria,
atraviesan a nado las alimañas en la noche más oscura,
cruzan lentamente, estremecidas, felices de abrigar el carbono
en sus pulmones de gelatina.
Se extiende poderosa la epidemia
entre los viejos campos de labranza,
bajo las cuevas, se extiende,
bajo las fosas olvidadas de la memoria.

Miradas de búho albo, en el abismo eterno de la ciudad,
bandadas que se avecinan sigilosas.

Carroñeras almas de azul acero
ocultan las venas del gigante
que alimentaba farolas con sangre.

Ahí te espero, 
apoyando el trasero en una pared escamada,
mirando nervioso el reloj, te espero,
pendiente del contoneo de tu cintura
te espero,
las retinas tatuadas/ tu imagen desnuda,
la sangre caliente, te espero…

                                             …la mente en pugna perdida con la serenidad

Y los búhos blancos se vuelven golondrinas,
el asfalto ilumina la ciudad con su aura de fría pureza,
la campana de luz es nuestro foco exclusivo,
neones lujuriosos del extrarradio
alumbran el reencuentro, las deudas pendientes,
las estrellas se apartan humildes,
caverna reluciente que humilla la noche…

…eres mía,

soy tuyo,

y Madrid es Londres en primavera,
                   Berlín  en verano,
                   Nueva York en otoño
y París todo el año.

2 comentarios:

  1. en las fauces de la ciudad solo ella hace del asfalto una alfombra roja. La espera va aumentando la evocadora caricia de estos versos

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  2. La ciudad es un tema que da mucho juego, son muchos mundos conviviendo muy cerca y a la vez muy lejos...

    Gracias por tus palabras querida amiga.

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