Juegas conmigo,
con la disciplinada crueldad
de quien no lo pretende...
...te asomas y eres humo
muestras tu perfecto
punto distraído buceando
entre la niebla…
…y mi alma se inflama,
y las necias esposas
que me unen al mundo
se tornan espejos,
se quiebran…
Es tu juego
una pasajera distracción
que domina la integridad
de mi desvelo,
un asidero a las rutinas,
un pozo donde arrojar
las ilusiones,
un eterno sumidero
de destemplanzas
y quimeras.
Es un juego de lamentos
en fracción sin contratos
ni reglas,
donde las sanciones
emergen de la superficie,
y se arrastran suplicantes
por parques y avenidas,
por los “Chinos” de madrugada
hasta que apareces mojada,
primavera de lisérgicas lluvias
que está por llegar.
Y tú eres quién juega,
-banca de bajo estímulo-
mientras yo,
sonándome la dignidad
con la papada,
peinando lo intangible
con los dedos,
asiento y babeo pendiente
de tu próxima tirada.
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