jueves, 17 de noviembre de 2016

Esta noche tiene las entrañas podridas.

Apenas quedan del día fragmentos,
el horizonte se entretiene con los matices rosáceos
de un naranja que se diluye,
mientras,
descubro la arquitectura efímera
que juega a soportar el armazón de las horas.

Una esfera impertinente alumbra el camino que serpentea
entre los campos en barbecho,
el aire huele a cenizas y lluvia, a lágrimas sulfúricas,
a adjetivos indecentes,
es el mismo camino del que veneraba el polvo
que tus pies levantaban.

Las ventanas cerradas visten la calle de secretos,
de dramas y comedias, de sexo y angustia.
Reembolso la moral a esta sociedad de engaños
y me adentro en la batida cruel, cazador,
censor de escondites, rastreador de momentos intensos,
espectador del abismo.

Más tarde,
cuando se detiene el tiempo al impactar sus fronteras
con los límites de la cordura,
extraigo los frutos maduros del asfalto,
fotografío los recuerdos , cartografío
las constantes de esta amalgama de instantes,
y de la suma infernal de ambiciones, de recuerdos y verdades
destilo átomos de incertidumbre,
abrazo almohadas metafísicas,
eyaculo mordiscos al viento… serenidad,
serenidad, serenidad…

Serenidad que me empantana
en este jardín volcánico,
y me despierta a lametones...

...soñando...

...perdido...

....en una noche que no acaba.

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