jueves, 3 de mayo de 2018

Empezar sin razones,
condición dormida que las tinieblas inhiben,
hacerlo sin dudas,
con la cabeza alta,
con el acento alerta.
Empezar sin ambigüedades,
escrutando tus ojos azules
en las depresiones inmortales de Próxima Centauri…

… y derramarse en ellos,
como se malgasta una gota de lluvia
en las playas de Koh Tao.

La soledad me enviste sin piedad,
reflejo alopécico en la pantalla apagada de un Smartphone,
la mirada se revierte en madera,
irradia el alma molesta de quien no cree en la bondad de los ángeles.
Miro la pared,
evoluciona en ventana a través de la que el sol
coacciona cada madrugada,
buceo por corrientes de humo denso,
azulado,
aspiro y me alzo, expiro y desciendo…

… y entre desazones y condiciones oriento  la atención,
la concentro en mis deseos,
y lloro,
como un niño desdentado,
miro la sangre escurriendo por las palmas de mis manos y suspiro,
gimoteo versos no soñados,
pregunto al vacío el por qué de este cambio…

…precario ánimo capaz de convertirme en gigante
cuando escojo el reverso del espejo.

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