jueves, 25 de abril de 2019

Viernes de San Miguel,
desde la turbia luminiscencia del espejo
Walter White cocina su pócima,
observas la escena
tendida en el sofá,
en camiseta y ropa interior,
acaricias el mando a distancia,
se desliza travieso entre tus piernas.

Respiro la escena,
inhalo,
ascenso primario, desnudo,
aislado.
Entre árboles perdido
en este manglar de cemento,
me alzo impertinente
bajo el cielo ceniciento.

Las olas impresas en tu muslo
se erizan,
cobran vida las blancas espumas,
y el algodón se oscurece,
arqueas la espalda,
titilan los astros a lo lejos
mientras recitas mis versos
mas tristes,
aquellos que intento descifrar
cuando haces fuego en mi alma,
un recurso caduco que se desprende,
mientras desciende el cuerpo
de la babosa
por los espejos castrados
y susurras un "te quiero".

Una mentira.


Una mentira suave
y ácida,
como tu coño,
cuando murmura agua
al roce de mis labios.

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