jueves, 30 de enero de 2020

- Ardores-

En el bosque de los árboles rotos
descansan las amarguras,
pegamento de un alma quebrada
que pierde esquirlas
por las suturas.

La voz cavernosa de un dios enano,
discapacitado y erecto resuena por las avenidas,
por las frías avenidas de esta ciudad en descomposición
que se abraza como un borracho melancólico
a las mentiras del pasado.

Hoy es uno de esos días,
de esos días grises y sucios
en los que ser mota de polvo no es suficiente,
en los que las entrañas arden
y luchan por vomitar gritos ultrasónicos
capaces de circunnavegar el puto globo terráqueo,
uno de esos días en los que no comprendo
qué es vivir.

Bucle de mierda,
puta mierda de bucle,
impostar, desear, reprimir...

...mierda y más mierda,
cordilleras repletas,
con todas las letras...

...bucle de los cojones que se estampa
en las miserias de una brizna de cristal
que flota por el espectro astral.

Imaginaria espiritualidad
que no recompone un sólo átomo
de certeza.

No me importa terminar de desangrarme en el teclado,
no me importan los lectores,
los amigos,
las conclusiones...

...esto NO es un poema...

...es una confesión desordenada,
una imagen fraccionada
de un todo, que del todo,
no es verdad.

Perdonen mi lenguaje.

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