domingo, 9 de febrero de 2020



Tarde gris,
la curva serpentea a través del asfalto,
el sol se enfurece detrás de su manto
de nubes y dióxido de carbono.
Ante tu mirada la palabra
se encoge, se emborrona,
los poemas arden en llamas
junto al faro del fin del mundo,
y glaciares plateados abrazan
auroras boreales
más allá de la desembocadura primigenia,
más allá del perfilado de tus labios.

Tarde gris, 20:00 post meridiem,
empieza a anochecer,
en la chimenea crepitan los minutos
previos a la intoxicación,
buscando la redención apuesto a perder
y los espejos combados descomponen
la luz que escapa de mis propósitos...

...perdido,
como se pierden las tardes de domingo
en el crepúsculo de la rutina.

Noche de fantasmas,
la luz de las farolas prisioneras,
el horizonte teñido con la corrupción.
Con las pierna abiertas,
adecuando el concepto
al ángulo de torsión de tu vientre
fuí un dios con el rostro entre tus pechos,
aclimaté las ganas a tu temperamento,
dejé que se escapara entre susurros
tu desnudez...

Noche negra, de tinieblas y sombras,
de perdidas estrellas,
desapareces cada vez que me busco en tí.

Amanecer,
el sol lanza sus rayos a través del manto
denso y ceniciento,
desvirgando la presencia de la perfección
me arrastro por las aceras,
cansado de mentir, de convertir en oro
el barro.
¡Qué más dá!,
prefiero el sexo duro que el amor de verdad,
un momento que no perdure,
que se lleve la ansiedad,
mandar todo a la mierda y cerrar
la situación.

Mañana gris,
se pierden los fantasmas,
se recomponen los espejos,
escucho a los demonios que vienen a jugar,
que dicen que me quieren,
que no debo temer...


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