Nada nuevo por aquí en la caverna,
siento cómo persiste
la extraña sensación y recuerdo
el día que soñé con nada
y desperté siendo nadie,
apenas una mota de polvo
en el aire
perdido entre las sombras de los edificios.
Entonces hablaba solo,
apenas era el esbozo
de una grieta en el silencio,
conversaba con los espejos
en un intento por no olvidar el lenguaje,
respiraba la inquietante sensación
de no estar,
aún rodeado de millones de almas,
aún sabiendo que la soledad
es anterior a cualquier ciudad...
Me esforcé en hallar las respuestas,
traté de cicatrizar heridas preventivas,
y el tiempo, impecable en su acoso
grabó en mi piel el secreto,
el secreto,
el secreto,
el secreto siempre fue la búsqueda
y la búsqueda es flotar
en el amnios universal,
es tan sencillo...
y bucear entre neuronas sobrecargadas
de información manipulada.
Es un hermoso caos.
Sucede que a veces
se confunden los espejos,
y responden, interactúan, señalan
con sus frías extremidades bidimensionales,
como una ventana orientada al vacío,
que en un esfuerzo por adquirir
parte de una consciencia etérea,
se funde en superficie fluida.
Entonces alargo la mano,
y noto el tacto del cristal,
frío y rígido,
sin vida.
El susurro infinito alza el volumen,
articula con claridad:
-RESURRECCIÓN-
¿Es hora de renacer,
de pintar la ciudad de colores,
y vomitar mariposas por las esquinas?,
¿ es hora de escupir a las musas
y obligarlas a mirar
mientras prácticas la masturbación mental?,
NO
NO
NO
no lo creo,
puede que no...
Alma que se escapa del alma
para respirar sulfuro del abismo,
tenemos que hablar,
y volver,
volver,
volver
a...
beber para celebrar,
follar por amor,
volar sólo para rozar el cielo...
¿recuerdas?
Que sea el viento quien dicte el rumbo.
FIN.
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