I. DE LOS MALOS
Soy de los malos,
lo sé.
Soy de los malos,
de los que esconden la cabeza
bajo irónicas sonrisas.
Mal amigo,
mal compañero,
mal poeta...
El día acaricia la noche,
en ese mínimo instante
la careta deja de ser rostro,
la venda desaparece,
y la frialdad que desprendo
consigue despejar la oscuridad,
convierte en gélido vaho
los aullidos fantasmales
de los futuros no vividos.
En ese momento único,
puedo dejar de fingir
que vivo siempre en carnavales,
dejo el escenario
y abandono la obra en mitad
de la actuación.
No me reconozco,
sé quién soy,
miro en los reflejos de los charcos,
en las esquirlas de los espejos,
recuerdo lo que el primer loco
me dijo aquella noche,
eres piel de jabón,
y el resto de personas corrientes
de aire
que se perdieron rumbo al centro
de la nada.
Hoy sopla el viento del este,
soy una mala hierba,
libre,
fuera de lugar,
silvestre, siempre estorbando,
suelto mis semillas
obviando las consecuencias.
Soy de los malos.
Soy de los malos.
soy seguidor del primer loco,
aquel primer estúpido
que pensó en verso,
el heredero de los errores en cadena,
una línea roja dibujada
bajo la lluvia.
II. FATAL DE LA PUTA CABEZA
Como motas de polvo en suspensión
las imágenes se elevan juguetonas,
se mezclan las vivencias
y copulan con fábulas oníricas
del subconsciente.
Me olvido del mundo,
olvido tu nombre, tu rostro,
tus ojos bizqueando juguetones
a centímetros de mi glande,
¿eras tú?...
Vuelta a empezar,
fatal de la puta cabeza.
Ahogándome en un océano de sal,
retando a la gravedad,
lamiendo restos de verdad
en las mentiras acumuladas
en la habitación,
bajo la almohada.
Un vuelo,
la certeza de flotar anestesiado
a 9'8 metros por segundo.
Siento cómo las silenciosas neuronas
recobran la fe ante la ausencia
de un final perfecto.
Fatal de la puta cabeza.
Tanto, que vomito perdices
envueltas en señales de auxilio,
y grito consignas arbitrarias,
que resuenan en los edificios vacíos,
observo las ondas sonoras
barriendo las calles desiertas,
y pienso si aún duermo,
si acaso el viaje llegó a término,
o si, simplemente,
estoy fatal de la puta cabeza.
III. PAZ
Ánimas, dejadme en paz,
quiero seguir perdido
en medio de este océano de sombras,
disfrutar del camino
sin sentido
que me conduce a la nada.
Dejadme seguir
con mis pensamientos tristes,
con la falta de oxígeno,
con la empatía justa
para no convertirme en psicópata.
Envidio las vidas sencillas,
los valles emocionales,
la falta de conciencia global,
envidio a los creyentes,
a los adoradores
de uno u otro estrambótico
poder
celestial.
Envidio las certezas,
sin más,
la clarividencia,
delegar responsabilidades.
Dejadme en paz,
por favor,
dejad de reír cuando río,
dejad las muestras solemnes
cuando desvarío,
dejad de señalar con el dedo
cada vez que altero
la percepción de la realidad.
No quiero hacer más.
Soy así,
es sencillo,
un recipiente que se agota,
un amasijo de sangre y vísceras
que lentamente necrosan.
No hay más,
ni verbo
ni imagen
ni silencio.
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