martes, 2 de julio de 2019


La sal de mis cadenas se abrazan al metal
y se quiebran con el gesto de mis manos
al acariciar
las letras de este teclado
que hoy pretende sonar,
para vomitar mis traumas
y envolverlos en cristal.
No hay un Dios que nos afixie,
ni demonios que exorcizar,
no existe más que una nada
que avanza por avanzar.
Dejemos de sernos fiel,
a los ojos de la luna,
y dudar de la fortuna
de los que parecen querer,
no es una carta oscura,
ni siquiera una canción,
no transcribo versos entre suturas...
Ya finalizo esta mierda,
no hace falta decir más,
ni mentiras ni susurros,
me tocará despertar...
Despertar atado sólo,
con mil eslabones de sal,
y llorar agüita dulce
si recuerdo lo que es llorar,
después seguiré dormido,
fingiendo ser uno más
hasta ahogar mis gritos
donde los pueda ahogar...

No hay comentarios:

Publicar un comentario