domingo, 24 de julio de 2022

 ¿Por qué ya no escribes

poemas de amor?

Dices mientras clavas tu pupila

en mi pupila divergente...


¿Y tú me lo preguntas?


Te lo explico:


No me apetece,

es un fastidio.


No me apetece olisquear

los genitales del grueso de la jauría,

soy más bien tirando a ovino

y no balo en el mismo tono...


...me exaspera.


Confío en el breve esbozo

de inteligencia que debió sostener

algún dios fumado

en el interior de mi sesera,

sé que existe, vago,

melifluo, apenas susurrado...


...entre el calibre de una neurona estéreo,

y la zafiedad de un lubricante humano.


Los sé porque soy consciente,

del mundo y de sus agrupaciones,

de las demandas y de las ofertas,

de la soledad no consentida,

de la compañía obligatoria,

consciente de los ghettos

dentro del ghetto,

de sus parques y jardines

repletos de secuoyas

donde anidamos

la basura blanca.


Consciente de los grupos de WhatsApp

alternativos, de la sonrisa sociable,

y de la espalda social,

de lo mucho que mi niña me quiere,

y lo mucho que devoro mentiras

mientras vomito en las paredes

de mi estercolero privado.


Y me da igual.


Me dan igual los gestos,

la amabilidad, los sutiles

tocamientos de gónadas...


...me da igual

la masturbación menstrual,

los rostros ocultos,

los cuerpos insinuados...


...me dan igual...


Asumo mi rol de cínico consciente,

asumo sopesar las opciones

y mantener el rumbo

de colisión hacia la nada.




Y sin embargo, un rato cada día....


...me esfuerzo,


me esfuerzo

por omitir el lado oscuro,


me esfuerzo

por ocultar avergonzado

el egoísmo canónico

y la envidia razonada...




Y

es que...


...no soy más que

el grito de una hormiga

que se despeña.



Por eso ya no escribo poemas de amor.

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